6 sept 2012

Las promesas significan todo, pero cuando no se cumplen, las disculpas no significan nada.

Esos momentos en los que te decides por algo o por alguien que piensas que realmente no te vas a equivocar, que es el momento y la persona idonia para dedicarte a ella y resulta que estabas ciega que no te dabas cuenta de que estabas equivocada, que era un error. Y cuando te llevas realmente el palo, te das cuenta de que no deberías haber dado pié a eso, ni siquiera haberle dado importancia. ¿Y que me pasó a mí? Le dí más importancia de la cuenta, me importó y entonces me hice daño, me hiciste daño.
Pero ahora no es momento de reproches y es momento de seguir adelante y evitar recordar esto, por que si algo sé que soy y estoy orgullosa de ello es que soy fuerte, y que ni la persona más mala puede conmigo. Tampoco soy rencorosa y todo el mundo lo sabe, y mucho menos orgullosa, porque el orgullo no gana al corazón, y yo nunca odiaré a nadie por tomar sus propias decisiones porque yo solo quiero que tú eres bien, estés con quien estés.